Muchas organizaciones invierten grandes recursos en la formación de su personal. Pero la verdadera prueba está en si los empleados aplican lo aprendido en el mundo real. En teoría, los programas de formación suelen parecer impecables. Sin embargo, las brechas aparecen cuando los empleados interactúan con clientes, gestionan procesos complejos o se enfrentan a entornos dinámicos.

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